OLGA ASATO
UNA GLORIA NIKKEI DEL VOLEIBOL PERUANO
Olga Asato representa todo un ejemplo para las nuevas generaciones, no solamente de voleibolistas, sino también para los deportistas en general.
¿Cómo fueron sus inicios en el voleibol?
En un principio, participaba por Asociación Nisei Callao, no como voleibolista, sino que era atleta en los Undokai. Entonces, con ese mismo grupo, el Dr. Carlos Kamisato sugirió formar un equipo de voley, porque ANC ya contaba con un sexteto de voley de jóvenes.
Con el grupo de chicas que teníamos entre 13 y 14 años, él formó otro equipo. Empezamos a jugar y al año siguiente, nosotras nos quedamos como el equipo A. En realidad, yo nunca imaginé que iba a dedicarme al voley, porque siempre me consideraba atleta. Pensaba, simplemente, aprenderlo como un hobbie.
¿Cómo fue su convocatoria a la Pre Selección?
En 1966, fui convocada a la Pre Selección. Estuve entrenando unos meses. El equipo iba a viajar después a Japón, pero no me consideraron porque me dijeron que era nueva, pero que una vez que regresaran del Mundial, volvería a entrenar con ellas. Efectivamente, al retorno de la Selección, me quedé definitivamente con el grupo, el cual estaba entrenado por Akira Kato, quien llegó al Perú en 1965.
¿Cómo se sintió usted con esta convocatoria?
Como cualquier deportista, muy contenta de haber sido llamada a la Pre Selección, y después a la Selección. Yo era tímida, pero tuve el apoyo de mis compañeras, de las grandes figuras de esa época. Me acuerdo mucho de Norma Velarde, quien me ayudó mucho.
Era un grupo muy unido, había bastante compañerismo, y esto se lo debemos a Akira Kato, porque él no solamente quiso formar un buen equipo en la cancha, sino también fuera de ella. Hacía no solamente el papel de técnico, sino también de papá, porque cuando alguien tenía un problema, él iba a su casa y preguntaba qué era lo que pasaba. Si alguien no iba al colegio, él averiguaba. Afirmaba que era importante que las chicas recibieran una buena educación.
¿Qué es lo que Akira Kato les inculcaba a las chicas?
Lo primero, era la disciplina. Por decir, teníamos que respetar a las más antiguas del grupo. A la capitana le debíamos respeto, como si fuera nuestra madre, a pesar de que era joven. En ese entonces la capitana era Pilancho Jiménez. Pero así como la capitana tenía las preferencias o ciertas consideraciones, igual era la primera en recibir un severo llamado de atención por parte del entrenador.
Otra de las cosas era entrenar a conciencia. Una vez que entrábamos a la cancha, debíamos olvidarnos de todo lo de afuera. A Akira Kato no le gustaba que las chicas tuvieran enamorado, porque decía que eso desconcentraba. No era raro que alguna jugadora recibiera algún pelotazo en la cara, en algún entrenamiento, porque no estaba pensando cien por ciento en el voley.
Toda esta disciplina fue importante porque nos ayudó a ser ordenadas, cumplidas y puntuales. Akira no toleraba la impuntualidad.
Uno de los logros de este equipo fue el haberle ganado en su cancha a Brasil, en el Sudamericano de Santos, en 1967.
Sí, fue una experiencia extraordinaria. Perú ostentaba el título de campeón sudamericano, que había conseguido en el torneo anterior, pero sin la asistencia de Brasil. Y esto como que no lo sentíamos con una gran intensidad, no lo saboreábamos realmente, porque no había participado el seleccionado brasileño. Entonces, ganarle a Brasil en su misma cancha, a estadio lleno, fue algo extraordinario.
Una de las cosas gratas de este Sudamericano, es que en un entrenamiento nuestro se presentó Pelé, nos vio y dijo, este equipo le va a ganar a Brasil. Y sus palabras resultaron ciertas. Fue la primera vez que nosotras le ganamos a las brasileñas, y en su cancha. Recuerdo que la final fue a muerte.
¿Este equipo fue el equipo base que después asistió a los Juegos Olímpicos de México 68?
Sí. Estaba conformado por Lucha Fuentes, Ana María Ramírez, Pilancho Jiménez, Alicia Sánchez, Irma Cordero, Norma Velarde y yo. Maruja Ponce había sido titular, pero Alicia finalmente se quedó con el puesto.
¿Para Ud, qué significó el hecho de haber asistido a una Olimpiada?
Para un deportista, una Olimpiada es lo máximo, creo que hasta más que un Mundial de Voley. Allí nos enfrentamos a Japón, Rusia, Polonia, Checoslovaquia, Corea, México y Estados Unidos. Nosotras logramos un meritorio cuarto puesto.
¿Alguna anécdota de estos Juegos Olímpicos?
Bueno, los Juegos Olímpicos de México coincidieron con el golpe de estado que le dieron al entonces presidente Fernando Belaúnde Terry. Lo otro fue que por haber quedado cuartas, nos llevaron a conocer Acapulco. Sin embargo, a mitad de camino el bus chocó con una vaca, y eso originó que nos quedáramos varadas por cinco horas. De todas formas, llegamos a Acapulco, lugar que me pareció maravilloso.
Perú también logró destacadas actuaciones en los Juegos Panamericanos y Sudamericanos.
Sí. Tanto en el Panamericano de 1967, en Winnipeg-Canadá, como en 1972, en Cali-Colombia, nosotras logramos el segundo puesto. Asimismo, en el Sudamericano de Caracas, lloramos a mares, por haber perdido el título. En Uruguay, volvimos a los triunfos y Perú empezó a barrer a Brasil y no paramos hasta que salió esa nueva generación de jugadoras brasileñas.
Su nombre está grabado en el frontis del Estadio Nacional.
Sí, es un adornito que me llena de orgullo.
¿Qué le diría a las nuevas generaciones de voleibolistas?
Mira, ahora hay muchas chicas altas, con condiciones, pero lo que les falta es la actitud, ser más disciplinadas. Las que trabajamos en la FPV y que enseñamos la parte de fundamentos y formación, siempre les hablamos a las chicas de la disciplina, del buen comportamiento que deben tener, y del compañerismo.
No solamente son las condiciones que tenga una voleibolista, sino también la actitud que debe tener, y la responsabilidad que tome para desarrollarse en este deporte. Porque si quieren llegar a integrar una selección y defender al Perú, no es solamente tener las condiciones, sino sacrificarse para llegar a esta meta.
Fuente:
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